Hoy miraba a mis niños de la clase y pensaba "si no fuera por ellos...". Hay días en los que el estrés me puede, en que desearía que de repente pasara un año entero con tal de no estar viviendo algún momento agotador, pero de repente aparece alguno de mis peques con una sonrisa, un abrazo, un beso o una frase tipo "Titina, jo t'estimo molt". Tendemos a pensar en que los niños por ser niños, por no tener tanta experiencia de vida como los adultos, no se dan cuenta de las cosas, pero nos equivocamos, los niños detectan cualquier tipo de sentimiento y siempre, SIEMPRE, tienen la palabra adecuada para cualquier situación, no nos engañemos, los niños se dan ciuenta de todo; por eso tenemos que cuidarlos, velar por su integridad como personas, no hacer comentarios dañinos hacia ellos, ni hacia nadie, tenemos que darles todo el amor y cariño del mundo, para que cuando crezcan sean grandes personas, como ya lo son de pequeñitos.
En sus ojos veo ternura, inocencia... no entiendo como hay gente que se atreve a hacerles daño, para mi no hay nada más bonito que una sonrisa de un niño, una de esas risas o carcajadas a destiempo que sueltan sin saber por qué pero se contagían en segundos.
Quiero contaros una anécdota:
El día que me fui a examinar de la teórica de conducir, despues del examen estuve muy preocupada por saber si había aprobado o no, los niños me lo notaban en el trabajo porque yo tampoco estaba igual que cualquier otro día, cuando me llamaron y me dijeron que no había aprobado se me saltaron las lágrimas, no pasaron tres segundos que ya tenía una niña abrazándome diciéndome "no pasa res, Cristina" y acto seguido se puso a imitarne llorando para hacerme reir, lo consiguió y cuando me hizo reir me dijo "fes-me una abraçada", la abracé fuértemente y pensé "no pasa nada, tiene razón".
Me siento muy afortunada de tener el MEJOR TRABAJO DEL MUNDO, el más gratificante, el más hermoso.
Mis niños me hacen ver día tras día que a pesar de que pasen cosas malas, pasan muchísimas más buenas y que la vida nos la complicamos los adultos.
Mi día a día con ellos es mágico porque esté como esté me ven guapa, siempre tienen un beso para regalar o un abrazo, son agradecidos, al igual que yo con ellos...
Mis duendecillos y mis haditas, como yo les llamo cuando jugamos a que nos escondemos en un bosque encantado, me hacen darme cuenta de que si volviera a nacer escogería la misma profesión.
Hacedme caso, si un día pensais que el mundo se os viene encima, mirad a cualquier niño que se os cruce, dedicarle una sonrisa y tendreis una respuesta immediata que os iluminará en ese instante.
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